Opinión
¿Triatleta yo?
Por: Ximena Cortes Said*

Bogotá, octubre de 2024Hace 10 años entré a un equipo de triatlón solo para aprender a correr, antes de eso, no era muy constante con el deporte. Semanas después estaba aprendiendo a nadar y a los seis meses estaba montada en una bici de ruta casi aprendiendo a montar nuevamente. Para este punto tenía poca confianza en que pudiera llegar a participar en competencias, a pesar de que tuviera que madrugar de martes a viernes para entrenar para los tres deportes a las 4:00am y llegar a tiempo a la oficina; y fines de semana a las 6:00am para por la tarde estar con mi familia. En noviembre 2014 me inscribí en mi primer triatlón sin entender muy bien en qué me había metido, solo sabía que tenía que hacer 1.9 km nadando, 90 km en bici y 21 km corriendo (distancia media – Ironman 70.3), todo en un mismo día y sin descanso. Terminé mi primera carrera feliz y absolutamente sorprendida de haberlo logrado, y al día siguiente me inscribí en otra, todavía con poca conciencia de como esta nueva rutina estaba cambiando mi vida. Lo único que tenía claro para el momento es que no podía compararme con nadie más porque cada proceso es diferente. Hice podio en algunas carreras y pensaba que todo era producto de la suerte, ¿será que no me las merecía? Llegué a hacer dos Ironman 70.3 por año, pero yo misma seguía pensando que a pesar de los grandes esfuerzos que estaba haciendo (madrugar, renunciar a mis planes frecuentes, dejar de ir a eventos familiares) no estaba logrando nada extraordinario.

Llegó pandemia, y para no enloquecernos, nos fuimos de Bogotá a Cali en bici en tres días: 440 km pasando por La Línea (21.9 kms de subida, altura de 3265m y pendiente máxima de 13%). Hice todos los entrenos requeridos, 5 horas de bici en casa sin tener claro si iba a ser capaz de cruzar La Línea. Esa vez logré llegar a Cali y solo hasta al año siguiente en el que recorrí en carro la misma ruta, dimensioné la hazaña que había alcanzado. A partir de ese momento empecé a entender que lo que había logrado era porque efectivamente estaba preparada y porque tenía cabeza y corazón para hacerlo. Sin embargo, hasta ese momento seguía sin ser consiente de todo lo que me había esforzado para cruzar esas metas “si yo puedo, cualquiera puede y con poco”. Todavía me faltaba auto convencerme de que lo que había hecho requería disciplina, determinación y creer en mí misma. Subimos en bici a Letras (el puerto más largo del mundo - 80 km de subida) porque era chévere el plan, y no obstante llegar casi de últimas a la cima, estaba tranquila porque el esfuerzo era conmigo misma y a la única persona que le tenía que cumplir, era a mí.

Después de hacer nueve Ironman 70.3 y otras carreras más cortas, decidí que ya estaba lista para hacer una de distancia larga y me inscribí en un Full Ironman: 3.8 km nadando, 180 km en bici y 42 km corriendo. Para entrenar, fui a Medellín en bici desde Bogotá (417 km de mucha montaña), sin duda una travesía muy compleja. Llegó el gran día y finalmente entendí que todo lo que me propusiera lo podía hacer. Al terminar el Ironman, entendí el significado de “She believed she could so she did” y no era por suerte todo lo que había logrado. Gracias a esa carrera interioricé que como dice una canción “es casi un pecado vivir la vida en lo que pudo haber sido”.

(Le puede interesar: Jabar Singh, presidente y CEO de Scotiabank Colpatria en Inside de La República)

El mensaje que quiero dejar es que no importa cuántas veces nos digan que somos capaces, si nosotros mismos no nos creemos el cuento nadie va a hacerlo por nosotros. Ahora que lo sé, puedo decir que estoy absolutamente agradecida por todas las metas que he logrado, los amigos que se vuelven familia, porque las carreras, al igual que la vida es una competencia con uno mismo, y porque, además, el amor de mi vida también hace parte de esta maravillosa rutina. Gracias a ello ahora soy más fuerte de mente y de corazón.

*Gerente Legal ICCB Scotiabank Colpatria